La presencia del soborno en las organizaciones, sea que lo solicite o que lo ofrezca, las perjudica a ellas mismas.
Al menos en el mediano plazo el soborno da lugar a alteraciones en la liquidez, en la imagen y respeto de y entre las personas intervinientes y en general incertidumbre en su gestión económica entre otros efectos.
En la actualidad es claramente reconocida la necesidad de prevenir su aparición y práctica para lo cual la implantación de medidas sistemáticas al interno de las empresas e instituciones públicas y privadas se hace indispensable.
